Yo Soy una llama ahora en tu corazón.
Un fuego que al danzar transforma el
latido.
Y la emoción está en el instante. Ni
después ni antes. Una vibración que diluye la frontera del tiempo. Se abre la
puerta del instante hacia un amor sin interior ni exterior, porque encuentra su
identidad donde enfoca la atención. No existe algo que tú no seas. Es la
afirmación rotunda de la vida, la ampliación de la existencia. Nada es ajeno.
El corazón se fusiona con el mundo entero. Nada es ajeno. Esta llama del pecho
resplandece sobre cada ser en la tierra y en el cielo. Nada es ajeno. Vives en
todo lo vivo, vives en todo lo muerto. Todo existe aquí al mismo tiempo. El
instante. El instante en que se comprime el mundo entero.
Oxigenas este mundo gastado en el que se
compite para acceder a experiencias, para no dejar nada por vivir, para
exprimir la existencia. Quien accede al amor no necesita experiencia porque
está presente en todo lo que sucede. Se siente integrada en todo cuanto existe.
Al no necesitar más, crea un vacío, una profundidad distinta para el mundo, una
nueva dimensión, y la ansiedad de exprimir el tiempo se disuelve en esta
dimensión nueva. En un mundo no tan sólido…
Presiente ahora el fuego en el pecho
como si fuese líquido, fuego líquido expandiéndose hacia el resto del cuerpo,
llenando cada parte. Un cuerpo de amor. Como si te habitaran aguas termales;
sanadoras, cálidas, que despliegan emociones dentro de la intimidad del agua
tibia…
Canalizado por Alberto Saiz en el
contexto de un Taller Amasfera en Pamplona, septiembre 2017
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