Cada
una de tus células se convierte en gota de agua. Tu cuerpo riachuelo parece una
fina lengua de fuego, las aguas son muy brillantes… se abren paso cruzando la
tierra y el cielo, universo abierto.
Tu
cuerpo ya no es tu cuerpo. Es una constelación que gravita sostenida en el cosmos
oscuro y pleno de un algo invisible que te hace sentir muy seguro, sostenido en
gigantescas manos; quizás sean tus propias manos, quizás esté en ti toda esa
fuerza. Quizás no necesitas trepar hasta el cielo para sentirte segura aquí y
ahora. Quizás sea la fuerza irracional que nace desde tu cuerpo donde encuentras
un cielo limpio de pensamiento miedo. Por
ser ilimitado el amor de quien no teme, esta agua de fuego cruza tu cuerpo y tú
mismo te haces universo.
Permítete
ser esa fuerza que anhelas. Tu mayor deseo es la principal de tus fortalezas.
Lo que buscas fuera es lo que anhela nacer dentro. Simplemente, si echas de
menos la hierba es porque eres una brizna. Observa tu contoneo, te toca el
viento. Reconoce en tu danza que eres hierba. Entonces se revelará la pradera. Tú
eres el comienzo de lo que estás buscando fuera.