Nunca
nada ni nadie nace ni muere.
Si
es que el nunca existirá.
Si
es que el siempre ha existido.
Lo
mismo que un árbol es hojas y raíces, semilla y tronco...
¡hay tantas dimensiones de ti misma activas en el universo! Lo que
existe en el árbol es recorrido por la savia entre las raíces y el
fruto y en todos sus procesos. Los distintos procesos de
conciencia fluyen en una luz líquida que te anima.
¿Eres
un humano? Sí. ¿Eres un ángel? Sí. ¿Partícula
indivisible de luz en el centro del universo? También.
Grande
y pequeña, sutil y denso. La conciencia te emplaza a estar en cada
plano del organismo cósmico inenarrable que yo contemplo en ti.
Claro, que dirás: ¡yo nunca me he contemplado de este modo a mí
misma! O, cuando lo he hecho brevemente, no se ha sostenido. En
el momento en el que hablas, te defines. Escoges una experiencia y te
identificas en torno a ella como individuo. ¡Eso es tan limitado!
Créeme, lo que yo veo en ti no es un individuo; es un cuerpo cósmico
multipolar y libre.
¡Eres
libre para saltar entre dimensiones!
Anahaxas
(consejo de Andrómeda) a través de Alberto Saiz