Fuera nieva mientras pongo yerba a los equinos en la cuadra. Son dos burrinos y una yegua. Desmenuzar el fardo en el comedero despliega un verano que huele a sol seco y dorado. Después ellos mastican y sonríen, o eso creo. El serrucho de sus dentaduras grandes, grandes, lanza un rumor placentero y monótono que se adhiere a las paredes de la cuadra y también a las de mi estómago. Y todo está bien. Si me quedo quieto el sonido crece como un Ooommm arcaico, rural. Todo Es con nosotros en la cuadra. Dobra (la yegua) me mira y pestañea muy lento. Estamos agradeciendo. Sin palabras llega más lejos. La gratitud al verano que permanece en la hierba, la hierba lenta y duradera.
El más necesario verano sucede en invierno.
Más tarde huele a estiércol.
Y anochece muy temprano.
Hay un estado de conciencia para apacentar el alma, donde todo está bien. Somos desde ese centro. Tanto si el día es calmado como si es tempestuoso, el centro está aquí. Regresemos, una vez y siempre.
Comparto el siguiente audio meditación en el intento de acompañarte en este regreso. Aún desde su imperfección creo que te cobijará un poco. Puedes compartirla si te es útil y piensas que puede ayudar a otras personas.
Gracias por Ser
Alberto
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