domingo, 19 de abril de 2015

Alas

Tus alas se expanden, lentamente, más allá de lo esperado, hasta abrazar el planeta. Todo se eleva. En este momento cada ser se eleva. No existe la gravedad en tu cuerpo. No existe el conflicto en el mundo. Hay paz en el corazón de cada cosa.

Las alas elevan a cada ser, no porque le asciendan, sino porque permiten al espíritu descender.

Esto redondea tu alma, lima sus aristas para que ningún tropiezo en ella pueda ser dañino. Es una mesa que lo mismo está vacía, como al instante siguiente llena de comida. Tanto lo mucho como lo poco caben en tu alma, tanto inspirar como espirar se dan en tus pulmones.

En la presencia espiritual, la resistencia ante placer y dolor desaparece. Desde tal ecuanimidad se vislumbra el camino correcto. Mucho más allá del premio del placer o el castigo del dolor, está el camino correcto. La ecuanimidad es experimentar sin emitir juicios.

Se necesita una profunda espiritualidad en el cuerpo para que las alas crezcan, pero no para volar y alejarse del planeta, sino para abrazar con ellas a la tierra. Iluminarse no es ser ajeno a lo que existe. Iluminarse es que todo lo que existe se ilumine a la vez que uno. Permanece ahora en esta ecuanimidad que se abre paso en tus células.

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