Movimiento
es tiempo.
El transcurrido
para una mota de polvo explorando el aire a su alrededor.
El descrito
por las estrellas buscándose en el firmamento.
Y el
tiempo, vivido conscientemente, es amor.
Al
iniciar la vida eres un derroche de pasión, como las motas de polvo subiendo y
bajando violentamente, como el vértigo de todo lo sutil que existe hasta llegar
a las estrellas. La mota de polvo desea explorar el aire, y el aire necesita llenarse
de polvo. Con esto satisfecho, con el paso del tiempo, gana atención el
movimiento en detrimento de los protagonistas del movimiento.
Importa
más la danza que los bailarines, importa más el dibujo descrito en el aire por
la mota de polvo, que el propio aire o que la propia mota. Se aprende que el
movimiento crea vida, crea un dibujo. Se entiende que dar protagonismo al
movimiento, al cambio constante, es motor de vida.
Depositada
la confianza en el movimiento, se contempla la vida naciendo. Eso es gozo amoroso.
La pasión de los opuestos ya no es el componente principal del movimiento. Te
mueves por amor, y en ese movimiento no hay esfuerzo, vértigo o trauma. Hay
pura creación. Es el descubrimiento de la vida como un regalo constante para la
vida.
Creas
y, simplemente, perpetúas el movimiento apoyada en el anhelo de creación.
Haciendo el amor.
Haciendo el amor.
Amor y tiempo en deglución,micromota que desaparece. Gatin herido bebiendo leche,nubes,luna y viento. ��
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