Te puedes sentir de viento,
puedes sentirte de cielo; también permanecer junto a la tierra, cerca del
aliento.
Pero permíteme ser tu ojo, estar
en el ojo que no ve, el que nació para la noche.
Permíteme estar en el
pensamiento que no dices, porque nació para escucharse con otros oídos.
Permíteme estar en lo inútil, en
lo que de ti menos estimas, porque ese es el germen de la vida.
Un huevo, en apariencia, no hace
nada, pero alberga el todo.
Aquello que de ti no encuentra su lugar, es lo más importante.
Si escuchas de ti la parte
inválida, herida, comprendes que es demasiado sublime para ser entendida a primera
vista.
Yo quiero ver la virtud en tu
herida.
Y agradecer lo difícil como el
milagro mayor.
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