Cambio
Yo soy la vida palpitando en tus
venas, llevando hacia ti la conciencia, la conciencia de tu grandeza y pequeñez
a un mismo tiempo.
La grandeza es que no existe nada,
absolutamente nada, que por ti no sea amado... En este momento, tu corazón está
ligado al cuerpo de amor del planeta, y transmites, con tu mirada y tus pies,
con tus manos y tu voz, amor hacia todo aquello que te rodea. Tu grandeza es
que todo es tocado cada vez que amas, no
puedes apartar unas cosas de otras, lo que te gusta de lo que no te gusta.
Cada vez que amas algo, ese amor se extiende hacia todo lo demás.
Tu pequeñez consiste en que no hay
nada que puedas cambiar. Realmente, solo te puedes entregar a ser motor, motor
incansable para este amor. Entonces alimentas, alimentas
a todo cuanto te rodea y a ti misma con alegría, sabiduría y fuerza para
cambiar. Esa misma sensación de amar, es lo que hace que las cosas tomen otro
rumbo, que tu propia vida cambie sin esfuerzo alguno. Pero te sientes pequeña
porque no puedes actuar directamente y hacer que las cosas sean como a ti te
gustaría.
Entiende que todo lo acaricias, pero
nada lo cambias de sitio. Tu fuerza es suave. Tu fuerza penetra en todo como
una caricia tras la cual nada vuelve a ser lo mismo. Pero si quieres cambiar
algo de sitio, si quieres que las cosas sean de otra manera, si quieres que la
realidad te obedezca, entonces, la vida te demuestra que no es ese tu destino,
que ser dios es acompañar, sin obligar a nada ni a nadie a cambiar su destino.
Amar es la realidad,
el destino es un espejismo.
Amar es cambiar el
mundo, y querer cambiar el mundo es apartarse de lo divino.
Aquí, ahora, todo es
amor.
Todo es amor.
Mensaje
transmitido desde un estado meditativo por Alberto Saiz Rodríguez,
durante la
presentación del libro “Yo Soy Dios”.
21 de mayo en Logroño (España)
Música vídeo: Francisco Lumbreras
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